domingo, 3 de febrero de 2008

Lo importante de no estar solo

Hoy hemos tenido un día lluvioso en Barcelona. Ayer fue día de carnaval y lo poco que vi estuvo muy entretenido. Sobretodo porque me tocó ver a los niños disfrazados y luego a la comunidad gay con sus "mejores garras". Confieso que no vi todo el show porque recién regresaba de Polonia y fue una maratón de transportes y transbordes que no me dejaron mucha energía que digamos, pero de eso hablaré en otra ocasión.

Cuando empezó la lluvia, su servidor acababa de poner a secar la ropa que lavó toda la mañana, así que ya se imaginarán que tendré algo extra que hacer esta semana. Pero lejos de encabronarme, fue el momento en que tomé una chamarra y decidí salir a disfrutar del clima. Lejos de ser una lluvia helada como la que viví en Polonia el fin de semana, ahora fue algo más agradable y con un soleado moderado.

Tras pasar a un bar por mi desayuno, me dirigí a la biblioteca para entregar un libro y entrar a internet. En eso recibí una llamada de nuestro amigo Carlos López, quien me invitaba a tomar un café para platicar de los detalles de traslado a Polonia para la boda.

Nos reunimos en la Plaza España, que es un crucero amplio de tres avenidas: la Diagonal, Hostafrancs y otra que no me acuerdo. Desde ahí se puede ver Montjuïc, que es el cerro donde se encuentra el Museo Nacional de Arte (haaaaaarto recomendable), el teleférico y el funicular. Desde la cima de Montjuïc se puede apreciar todo Barcelona. Es por eso que los barceloneses se enorgullecen tanto al decir que su ciudad es única, por tener montaña y mar. Y todo a 10 minutos desde el centro.

Pero en la bitácora de hoy no amerita hablar de la Ciudad. Así que paso a la médula del asunto.

Me reuní con Carlos y Zulma en un pequeño bar de la Av. Hostafrancs. Una vez comentados los detalles del viaje, la boda y los traslados, la conversación derivó en futbol. Todos nosotros sabemos que sí existe una enciclopedia de los deportes y además, especializada en el balompié, es Carlos López Aguirre.

Bebimos café con leche, coca-cola y mientras él y su mujer degustaban una pizza, pues no habían comido, yo me empaqué un pan dulce del que no recuerdo ahora su nombre pero que estaba muy bueno. Tras una hora y algo más de platicar, reír y gozar de la compañía nos despedimos para cada quien hacer del resto del día lo que mejor viniera en gana.

En mi caso, vine al "locutorio" para poner este breve comentario y termino con lo siguiente: he conocido muchos lugares aquí, he pasado muy buenos momentos con algunos amigos catalanes y sin duda también he establecido contacto con personas muy agradables en esta ciudad; pero sin duda, los mejores dos momentos de mi estancia en Barcelona, se los debo a mi querido Carlos López. A mi no me cuesta trabajo adaptarme a otras culturas, la prueba más clara es que me casaré con una chica de Europa del Este, pero definitivamente, nadie me ha hecho sentir como en casa como él.

Gracias, Carlos.

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